El 13 de enero de 1961 moría, en Madrid, Antonio Gallego Burín. Alcalde de Granada, director general de Bellas Artes, profesor de la Universidad, escritor y periodista, académico... granadino ante todo. Aquí había nacido el 20 de enero de 1895, en la plaza de Santa Ana, hoy desaparecida. Desde pequeño muestra rasgos que le acompañarán siempre: su atracción por la lectura, su gusto por el teatro, su facilidad como escritor, su pasión por Granada.
Los años de Universidad -Filosofía y Derecho- fueron importantes para él, humana y académicamente. Muchas empresas se acumulan entonces. Culturales y políticas también. Es la sugestión de un regionalismo que mira a Cataluña y que -piensa- puede ayudar a salir a Andalucía de la situación en que se encuentra. No cuajaría aquella vía, lo que le lleva a intensificar otro tipo de actividades. Las intelectuales e investigadoras, por ejemplo. Ahí están sus numerosos trabajos para probarlo. Para probar su inquietud, iniciativas que marcan momentos: recuperación de los Autos Sacramentales, rehabilitación de la Casa de los Tiros, convertida en museo de la ciudad...
En 1938 Antonio Gallego es designado alcalde. Se inicia una larga e importante etapa de su vida, en la cual va a poder trabajar por Granada, su ilusión de siempre. Cuando en 1951 cesa en el cargo, una parte de su ciudad ideal ha tomado forma en la ciudad real.
Su nombramiento, en ese año, como director general de Bellas Artes le obliga, por primera vez, a alejarse de ella. No del todo. Muy poco después los Festivales de Música y Danza vienen a demostrarlo. Instalado en Madrid nuevos proyectos toman vida. Por encima de todo, dos magnas exposiciones: la de Carlos V en Toledo; la velazqueña en Madrid. Cuando se dan los últimos toques para recrear ese mundo de Velázquez, Antonio Gallego Burín llegaba al final de su vida, centrada en la dedicación a la ciudad que le vio nacer.
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