martes, 31 de mayo de 2011

Rafaela Díaz Valiente


"Rafaela Aparicio", se inscribe por derecho propio y para siempre entre las personalidades más carismáticas y populares del cine y teatro españoles. Nacida en Marbella (Málaga) el 9 de abril de 1906, estudió Magisterio (aunque no llegó a ejercer como maestra, salvo unas breves prácticas), para convencerse muy pronto de que su auténtica vocación estaba en las tablas. Vencidas las tempranas reticencias de su padre, su referente artístico fue siempre Loreto Prado, "feilla y menuda como yo, pero gran actriz"; lo cierto es que las fotos de mocedad parecen apuntar un exceso de humildad por su parte. En 1929, debutó en el Duque de Rivas de Córdoba con la obra El conflicto de Mercedes. Poco tiempo después lo haría en Madrid, con la compañía encabezada por Juan Espantaleón y María Mayor. Durante casi tres años, que coinciden con la Guerra Civil, representó con formidable éxito en el Teatro de la Comedia de Madrid, el papel de Fermina en la obra Cuidado con la Paca. Por aquella época, Rafaela hizo célebre la expresión "esconfío" (sic), invención suya que repetía cada vez que el "el señorito" de la función se prodigaba en demasía. Ha pertenecido a las compañías de los teatros de la Comedia, Infanta Isabel, María Guerrero, Arniches y a la del popular y malogrado Paco Martínez Soria. En los años 60, su feliz interpretación de doméstica en la seria de TVE La casa de los Martínez, le otorgó una enorme popularidad. Es célebre la anécdota del matrimonio toledano que le ofrecía el oro y el moro para que entrara a formar parte de su servicio. Desde entonces, participa en papeles relevantes en películas tan significativas como El extraño viaje (1964), de Fernando Fernán Gómez; Sor Citroen (1967), de Pedro Lazaga; Ana y los lobos (1972), de Carlos Saura; Mamá cumple cien años (1979), de nuevo bajo la dirección de Carlos Saura; Padre Nuestro (1985), de Francisco Regueiro; El mar y el tiempo (1989), de F. Fernán Gómez y un largo etcétera.
En la escena , destacan entre otros sus papeles en Francisco Alegre y olé, Los caciques, Pecados conyugales, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Alicia en el País de las Maravillas, y más recientemente, en las obras de Rafael Mendizábal Mala yerba (1989) y La abuela echa humo (1990). Entre los muy numerosos premios que ha logrado, destacan el del Círculo de Escritores Cinematográficos por Ana y los lobos y el Goya a la Mejor Actriz de 1989 por El mar y el tiempo. En 1978, fue distinguida con la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo, que le entregó el Rey Don Juan Carlos. Rafaela llegó a intervenir en diez películas en un sólo año, al margen de su incesante y meritoria labor teatral.
Su personalidad arrolladora, esa entonación inconfundible, genuina, forman parte ya de la historia del cine español, que no podría entenderse sin su presencia, como tampoco sin la de gentes entrañables como Pepe Isbert, Gracita Morales o Tony Leblanc. Con frecuencia, su talento innato, natural, se veía diluido y constreñido por las notorias limitaciones de los filmes en los que intervenía; ella estaba, como regla general, muy por encima de las circunstancias. La complicidad con el público, que la vio siempre como un personaje cercano, casi de la familia, fue sin duda alguna la clave de su éxito. Rafaela fue la chacha gruñona e hilarante de infinidad de comedietas en las décadas de los años 50 y 60.
Se subraya de Rafaela Aparicio su gracejo, su comicidad desbordante; sin embargo, conviene reparar como merece en la ternura latente en muchos de sus trabajos. Véase como ejemplo paradigmático El Sur, de Víctor Erice. Murió en Madrid el 9 de junio de 1996.
El Colectivo infantil "La Fiambrera" le hizo entrega de la Fiambrera de Plata en el Gran Teatro de Córdoba el 17 de septiembre de 1987, actuando de madrina Olga Dorner López-Obrero
En 1996 el 9 de junio, fallece en una residencia de ancianos de La Piovera (Madrid), a los 90 años de edad a causa de un derrame cerebral. Se encuentra enterrada en el Panteón de Escritores y Artistas Españoles del cementerio de San Justo de Madrid.


Javier Ortega Posadillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario