Nace en Sevilla el 17 de marzo de 1860 y muere en la misma ciudad el 23 de enero de 1917. En cualquier galería taurina de ganaderos famosos, por derecho propio, siempre deberá figurar el nombre de Eduardo Miura Fernández, un sevillano ilustre en la densa historia del toreo.
Cuando en 1842 Juan Miura adquirió un lote de vacas bravas a Antonio Gil Herrera no podría imaginarse aquel industrial sombrerero de la plaza de la Encarnación que estaba poniéndole cimientos a una de las ganaderías de mayor prestigio de toda la tauromaquia. Ganadería que en 1860 pasó a poder de su viuda, Josefa Fernández, de quien dos años después la heredó su hijo Antonio (1826-1893), que en realidad era el que venía dirigiéndola desde su fundación y a cuyo nombre, luciendo divisa verde y grana –encarnada y verde cuando es en provincias-, el 30 de abril de 1862 se presentaron oficialmente los toros de este hierro en la plaza de la Villa y Corte. Histórica tarde en la que José Rodríguez “Pepete” abre una nutrida relación de toreros fallecidos por percances sufridos en las astas de ejemplares procedentes entonces del cortijo “El Cuarto”. Una orla luctuosa a la que Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete" puso colofón en Linares y que unida a una larga lista de toros importantes dan a esta ganadería caracteres de verdadera leyenda.
Alrededor de medio siglo llevaba esta vacada produciendo toros finos, galgueños, flexibles y poderosos cuando por fallecimiento de Antonio hubo de hacerse cargo de ella su hermano Eduardo, el de las pronunciadas patillas y quien consiguió elevar las cinco famosas letras que componen el apellido Miura a unos niveles incalculables, pues fue en esta etapa cuando sus reses alcanzaron máximo renombre merced a una escrupulosa crianza y selección del ganado, convirtiéndose Eduardo Miura Fernández en uno de los españoles más conocidos de finales del siglo XIX y primeros años del XX.
A la muerte de Eduardo en enero de 1917 heredaron la ganadería sus hijos Antonio y José, quienes en 1940 se la cedieron a su hijo y sobrino, llamado también Eduardo Miura Fernández, lidiándose a su nombre hasta su fallecimiento en 1996, cuando pasa a sus hijos Eduardo y Antonio Miura Martínez, actuales propietarios de las afamadas reses que ahora pastan en “Zahariche”, finca enclavada en el término sevillano de Lora del Río.
Seis generaciones de ganaderos han creado con el toro de Miura uno de los símbolos más representativos de la Fiesta de los toros.
Rafael Sánchez González
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