sábado, 23 de julio de 2011

Diego Martínez Barrio


Nace en Sevilla el 25 de noviembre de 1883 y muere en París el 1 de enero de 1962. Político republicano poco conocido en la España actual pero que fue, sin embargo, una de las figuras más características de la época. Hijo de obreros -su padre era albañil, y su madre, vendedora del mercado-, supo encarnar mejor que nadie el espíritu de la República burguesa con el que se identificaban las clases medias. Autodidacta, orador brillante, con gran sentido de la moderación y el compromiso, su vida estuvo presidida por una completa dedicación a la causa de la República, en la que llegó a ocupar los cargos más destacados. Grado treinta y tres de la masonería, se mostró capaz de mantener buenas relaciones con personajes como Giménez Fernández. Candidato del Frente Popular en 1936, fue, sin embargo, señalado para presidente y ministro de la Guerra del gobierno de pacificación nacional que José Antonio Primo de Rivera ideaba en la prisión de Alicante.
Muy joven se afilió al Partido Radical. En 1910 fue elegido concejal del Ayuntamiento sevillano. Siguiendo siempre los pasos de Lerroux, se mostró opuesto a la dictadura de Primo de Rivera, y aquél le introdujo en 1930 en el Comité Revolucionario, lo que le costó un corto exilio en Hendaya y París a raiz de la sublevación de Jaca. Tras la proclamación de la República, gracias siempre al apoyo de Lerroux, fue nombrado ministro de Comunicaciones y más adelante de Gobernación. El 8 de octubre de 1933 ocupó la presidencia del Consejo de Ministros, encargado de convocar las elecciones del 19 de noviembre.
Durante el bienio radical-cedista se encarga primero del Ministerio de la Guerra y luego del de Gobernación, donde su política liberal fue objeto de continuos ataques de la CEDA, lo cual, unido a la progresiva orientación derechista de su jefe político, Alejandro Lerroux , determinó su dimisión, fundando su propio partido que denominaría Partido Radical Demócrata que más tarde se integraría en la Unión Republicana.
En las elecciones de 1936, obtuvo el triunfo dentro de la candidatura del Frente Popular en Madrid y fue, a poca distancia de Besteiro, el segundo por número de votos. El 3 de abril fue elegido presidente de las Cortes por una abrumadora mayoría, y cinco días más tarde, tras la destitución de Alcalá Zamora, fue designado interinamente Jefe del Estado hasta la elección de Azaña, el 10 de mayo.
Al producirse el levantamiento del 18 de julio, Azaña le ancarga formar gobierno. Tras una serie de contactos infructuosos con vistas a una conciliación, en los que incluso llega a telefonear al general Mola dos veces, renunció al día siguiente. Durante la guerra, además de presidir las Cortes en sus escasas reuniones, desempeñó una serie de tareas secundarias y presidió algunas delegaciones españolas al extranjero. Tras la caída de Barcelona pasó a Francia. A la dimisión de Azaña debía, como la vez anterior, haber asumido la presidencia de la República, pero se resistió, valiéndose de argumentos legalistas. En 1940 se trasladó a Cuba y luego a México. El 17 de agosto de 1945 fue nombrado presidente de la República en el exilio, estableciéndose en París a partir del 12 de marzo de 1946, ciudad en la que fallece. 

José Mª Zapico Ramos

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