martes, 8 de febrero de 2011

Consuelo Tamayo Hernández "La Tortajada"


Nació en 1867, en un pueblecito cercano a Granada, llamado Santafé. El que crearon los Reyes Católicos en 1492, como campamento definitivo para el asedio a la Granada de Al-Ándalus.
 Se casó a los 14 años con el compositor Ramón Tortajada y de ahí su apellido artístico, quien sería su director artístico, empezando una cadena de actuaciones llenas de éxito en Music Hall.
Su belleza, su estilo en el baile y el gracejo de su habla granadina conquistaron al público de forma arrolladora. Su popularidad corrió como la pólvora. Fascinaba su juventud y su belleza, y entusiasmaban sus bailes y la cadencia de su voz andaluza. En poco tiempo su nombre se situó entre la media docena de figuras que se disputaban el centro parisién del music-hall. Su imagen ilustró en 100 diferentes imágenes las colecciones de postales, en donde la hermosa mujer iniciaba un strip-tease con un mantón de Manila. Por dos veces consecutivas dio la vuelta al mundo, actuando en los escenarios más célebres de Inglaterra, Berlín, Bélgica, Suiza, Italia, Rusia, Norteamérica, Transvaal… Fue recibida, agasajada y condecorada por el kaiser Guillermo II y el zar Nicolás II, e incluso el Papa Pío X le concedió una audiencia privada, y es que para las gentes devotas del espectáculo suponía un refrendo, algo así como la garantía del perdón de sus pecados.
La Tortajada en sus viajes a España visitaba siempre Granada. Pero tan sólo una vez, en febrero de 1906, accedió a actuar ante sus paisanos. Fue en el teatro Cervantes, en una función destinada a fines benéficos. La artista puso como condición que la mitad de los ingresos fuesen destinados a las gentes pobres de Santa Fe.
Con el tiempo La Tortajada se convirtió en doña Consuelo. Iniciado el declive de su juventud, invulnerable al desengaño, abrió la jaula dorada de su casa al amor de un hombre joven que, como pájaro depredador, acabó de dilapidar su fortuna. En las manos de la artista quedaron tan sólo las pruebas de su fastuoso pasado: fotos, cartas, programas, condecoraciones, recortes de prensa… Sus familiares, buenas gentes de Santa Fe, le abrieron las puertas de su modesto hogar, donde doña Consuelo tuvo una vida larga y sosegada, tan larga que, cuando murió en 1957, muy pocos se acordaban de ella. Su nombre era un recuerdo deslumbrante de la Belle Époque. Consuelo Tamayo vivió rindiendo culto a su pasado esplendor físico. No se resignó a perder su belleza. Los parientes que la cuidaban nos contaron que nunca supieron su edad. Incluso cuando era ya una anciana, jamás se dejó ver sin maquillar. Su compostura personal era un rito cada mañana. Varada en el recuerdo de su fulgurante pasado, acabó sus días en Santa Fe en el año 1957, cuando contaba con 90 años. En su pequeño cementerio tuvo reposo aquel cuerpo de arrebatadores perfiles, que tantas pasiones había despertado en las cortes europeas.

1 comentario:

  1. ZeavraN, me gustaría pedirte un favor: Que me dieras permiso para publicar en mi blog://reinamarivi.blogspot.com.es/ tu historia de La Tortajada. Yo no la podría escribir mejor.
    Estoy realizando una colección de muñecas dedicada a las cupletistas españolas de principios del siglo XX. Y después de "La Fornarina", "La Chelito", Julia fons y "La Bella Oterito". Acabo de terminar muñeca dedicada a Consuelo Tamayo. Y buscando información sobre su biografía me he encontrado con su estupendo blog.
    Mencionando la procedencia, por supuesto.
    Saludos. Mª Victoria Jaume.

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