miércoles, 31 de agosto de 2011

Joaquín Turina Pérez


Nacido en Sevilla el 9 de diciembre de 1882 tuvo como principales maestros a Evaristo García Torres, maestro de capilla de la catedral hispalense, al pianista José Tragó, en el Conservatorio de Madrid, y a Vincent d'Indy en la Schola Cantorum de París, adonde se trasladó en 1905. Allí, tras el estreno, en 1907, de su Quinteto, de estilo franckiano, establece una fructífera amistad con Albéniz y Falla, la cual tendrá como feliz consecuencia la adopción de un interés común por universalizar la música española.
De ahí, que su Op.2 sea una suite para piano titulada Sevilla, principio de su auténtico estilo. Un estilo muy peculiar, basado en varios elementos permanentes, como el gusto por el tratamiento cíclico de los temas y la utilización de unos medios idiomáticos fuertemente imbuidos de nacionalismo colorista, incluso en obras en las que renuncia a una indicación expresa, como las sonatas, los tríos, el Concierto sin orquesta o la Rapsodia Sinfónica.
Lo mismo que Falla, ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, Turina regresa a España y se instala en Madrid, ciudad que no abandonaría hasta su muerte, en 1949, y en la que realizaría una intensa y variada actividad musical, como pianista, compositor, director de orquesta, profesor, crítico y escritor sobre temas musicales; convirtiéndose en una de las más influyentes personalidades de la vida musical española. Catedrático de Composición del Conservatorio madrileño, desde 1931, fue también comisario general de Música.
Sus principales obras para orquesta son La procesión del Rocío (1913), las Danzas fantásticas y la Sinfonía sevillana (ambas de 1920). En cuanto a su abundante producción pianística, sobresalen Mujeres españolas (1917), dos cuadernos de Danzas gitanas (1930 y 1934) y varias obras de temática sevillana: Rincones sevillanos (1911), El barrio de Santa Cruz (1925), y la mencionada Sevilla (1908). De sus ciclos de canciones, hay que destacar el Poema en forma de canciones (1918) y Canto a Sevilla (1926). Por último, otras obras importantes de la literatura turiniana son la ópera Jardín de Oriente (1923) y las populares obras de cámara La oración del torero, para cuarteto de cuerdas, y la suite para violín y piano Poema de una sanluqueña -Sanlúcar de Barrameda fue, después de Sevilla, la gran pasión de Turina: a ella le dedicó una espléndida sonata para piano (1922) que lleva su nombre-. Es autor, además, de una Enciclopedia abreviada de la música y de numerosos artículos periodísticos. Falleció en Madrid el 14 de enero de 1949

Juan Miguel Moreno Calderón

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